Llevamos un tiempo escuchando el término “Enoturismo Inverso” como un nuevo concepto acuñado para describir las actividades de cata, degustaciones, presentaciones, cenas maridadas y otras actividades realizadas en determinados espacios de algunas grandes ciudades para dar a conocer bodegas, vinos, …
Con todos los respetos hacia sus autores, debemos aplaudir su iniciativa, por su contribución a difundir la cultura del vino, su carácter innovador para propiciar eventos en las ciudades en torno al vino y la gastronomía y su capacidad para conectar a algunas empresas con el gran público, al que a buen seguro la propuesta le resultará más que atractiva, ya que los que nos movemos en este mundillo del vino, sabemos que el vino termina atrapándote.
Pero al pan pan y al vino vino, nunca mejor dicho: a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y los profesionales del turismo no podemos admitir el término “Enoturismo Inverso”. Básicamente porque incluye la palabra turismo, lo cual implica viajar y pernoctar en un destino, y vivir en primera persona la esencia del territorio vitivinícola (vinos, paisajes, gastronomía, oficios, …). En definitiva implica ir al lugar de origen del producto. A la Denominación de Origen o zona vitivinícola, donde sabemos que existen miles de opciones de disfrute más allá de una experiencia en una sala o lugar de eventos.
Y esto es precisamente lo que valoramos cada vez más las personas: una vuelta a lo esencial, a la naturaleza, al pueblo, viajar o escaparnos a los lugares donde se produce el milagro, aprender las tareas tradicionales del campo o de la bodega, disfrutar de la naturaleza y sus paisajes, coger productos de la tierra y probar su verdadero sabor, degustar los platos de toda la vida, revivir los quehaceres de tiempos pasados, comprar esos quesos, vinos y otros productos que no encontramos en la ciudad … en definitiva redescubrir la verdadera calidad y autenticidad.
Por tanto, desde nuestro punto de vista, sólo existe un concepto de enoturismo: el que nos lleva a las rutas del vino, a descubrir territorios, la naturaleza y el patrimonio de los pueblos vitivinícolas, paisajes, utilizando el vino como el principal argumento de nuestro viaje y estancia, el que nos permite conocer gentes, participar en fiestas y eventos del mundo del vino. Aprovecho también la entrada para recordar que el próximo 11 de noviembre se celebra el Dia Europeo del Enoturismo y son múltiples las propuestas que se están preparando desde los pueblos y ciudades del vino y que a buen seguro no van a defraudar a nadie.
Así que, tanto en el Día Europeo del Enoturismo como en cualquier otro momento, no olvidéis viajar a las zonas vitivinícolas, verdadero epicentro del turismo del vino. Nosotros al menos lo vemos así. ¿Cómo lo ves tú?
Llevamos un tiempo escuchando el término “Enoturismo Inverso” como un nuevo concepto acuñado para describir las actividades de cata, degustaciones, presentaciones, cenas maridadas y otras actividades realizadas en determinados espacios de algunas grandes ciudades para dar a conocer bodegas, vinos, …
Con todos los respetos hacia sus autores, debemos aplaudir su iniciativa, por su contribución a difundir la cultura del vino, su carácter innovador para propiciar eventos en las ciudades en torno al vino y la gastronomía y su capacidad para conectar a algunas empresas con el gran público, al que a buen seguro la propuesta le resultará más que atractiva, ya que los que nos movemos en este mundillo del vino, sabemos que el vino termina atrapándote.
Pero al pan pan y al vino vino, nunca mejor dicho: a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y los profesionales del turismo no podemos admitir el término “Enoturismo Inverso”. Básicamente porque incluye la palabra turismo, lo cual implica viajar y pernoctar en un destino, y vivir en primera persona la esencia del territorio vitivinícola (vinos, paisajes, gastronomía, oficios, …). En definitiva implica ir al lugar de origen del producto. A la Denominación de Origen o zona vitivinícola, donde sabemos que existen miles de opciones de disfrute más allá de una experiencia en una sala o lugar de eventos.
Y esto es precisamente lo que valoramos cada vez más las personas: una vuelta a lo esencial, a la naturaleza, al pueblo, viajar o escaparnos a los lugares donde se produce el milagro, aprender las tareas tradicionales del campo o de la bodega, disfrutar de la naturaleza y sus paisajes, coger productos de la tierra y probar su verdadero sabor, degustar los platos de toda la vida, revivir los quehaceres de tiempos pasados, comprar esos quesos, vinos y otros productos que no encontramos en la ciudad … en definitiva redescubrir la verdadera calidad y autenticidad.
Por tanto, desde nuestro punto de vista, sólo existe un concepto de enoturismo: el que nos lleva a las rutas del vino, a descubrir territorios, la naturaleza y el patrimonio de los pueblos vitivinícolas, paisajes, utilizando el vino como el principal argumento de nuestro viaje y estancia, el que nos permite conocer gentes, participar en fiestas y eventos del mundo del vino. Aprovecho también la entrada para recordar que el próximo 11 de noviembre se celebra el Dia Europeo del Enoturismo y son múltiples las propuestas que se están preparando desde los pueblos y ciudades del vino y que a buen seguro no van a defraudar a nadie.
Así que, tanto en el Día Europeo del Enoturismo como en cualquier otro momento, no olvidéis viajar a las zonas vitivinícolas, verdadero epicentro del turismo del vino. Nosotros al menos lo vemos así. ¿Cómo lo ves tú?