Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de la Cabalgata de Reyes de Alcoy. Se celebra desde 1885 y dicen que es la más antigua de España. Pero lo verdaderamente singular es que se trata de una experiencia en toda regla, para mayores y pequeño. Para estos últimos, porque es la mejor puesta en escena que se puede vivir de una festividad tradicional y para los mayores, porque alucinan al ver las caras de sorpresa, como conversan con los pajes negritos y cómo viven tan fascinante evento los pequeñines.
Desde luego, que este municipio dispone de un recurso verdaderamente singular para sacar un gran partido turístico, un producto temporal pero que a buen seguro invita a todos a volver a una ciudad que tiene mucho que mostrar durante todo el año.
La cabalgata empieza ya el domingo anterior al 6 de enero, día de la fiesta de Reyes: los niños, vestidos de pastores, desfilan con sus rebaños para obsequiar al Niño Jesús recién nacido: es la cabalgata infantil de “les Pastoretes”. Empieza la magia. A partir de entonces la ilusión crece por momentos hasta el 4 de enero, cuando el emisario real anuncia la inminente llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a través de un bando que lee por toda la ciudad. Va acompañado de “les Burretes”, unos pequeños burros que portan los buzones donde los niños echan sus cartas a los Reyes Magos. Los pequeños entregan sus escritos cargados de ilusión. Y por fin, al anochecer del día siguiente, el 5 de enero, se produce el gran momento: los Reyes Magos hacen su espectacular entrada en Alcoy montados en camellos y cargados de regalos. Recorren las calles de la ciudad, siguiendo a los “antorcheros” que les iluminan el camino, mientras el ambiente se llena de música navideña. Lo más increíble es que los pajes reales (“les negres”) entregan sus regalos a los niños utilizando escaleras de madera para subir a los balcones y ventanas de las casas menos altas de las principales calles de la ciudad. Cuando se espera la subida de “les negres” al balcón cargados de regalos, todos volvemos a sentirnos niños. Esta es la magia de esta noche tan singular.
Manuel Romero
Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de la Cabalgata de Reyes de Alcoy. Se celebra desde 1885 y dicen que es la más antigua de España. Pero lo verdaderamente singular es que se trata de una experiencia en toda regla, para mayores y pequeño. Para estos últimos, porque es la mejor puesta en escena que se puede vivir de una festividad tradicional y para los mayores, porque alucinan al ver las caras de sorpresa, como conversan con los pajes negritos y cómo viven tan fascinante evento los pequeñines.
Desde luego, que este municipio dispone de un recurso verdaderamente singular para sacar un gran partido turístico, un producto temporal pero que a buen seguro invita a todos a volver a una ciudad que tiene mucho que mostrar durante todo el año.
La cabalgata empieza ya el domingo anterior al 6 de enero, día de la fiesta de Reyes: los niños, vestidos de pastores, desfilan con sus rebaños para obsequiar al Niño Jesús recién nacido: es la cabalgata infantil de “les Pastoretes”. Empieza la magia. A partir de entonces la ilusión crece por momentos hasta el 4 de enero, cuando el emisario real anuncia la inminente llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a través de un bando que lee por toda la ciudad. Va acompañado de “les Burretes”, unos pequeños burros que portan los buzones donde los niños echan sus cartas a los Reyes Magos. Los pequeños entregan sus escritos cargados de ilusión. Y por fin, al anochecer del día siguiente, el 5 de enero, se produce el gran momento: los Reyes Magos hacen su espectacular entrada en Alcoy montados en camellos y cargados de regalos. Recorren las calles de la ciudad, siguiendo a los “antorcheros” que les iluminan el camino, mientras el ambiente se llena de música navideña. Lo más increíble es que los pajes reales (“les negres”) entregan sus regalos a los niños utilizando escaleras de madera para subir a los balcones y ventanas de las casas menos altas de las principales calles de la ciudad. Cuando se espera la subida de “les negres” al balcón cargados de regalos, todos volvemos a sentirnos niños. Esta es la magia de esta noche tan singular.
Manuel Romero