13 septiembre, 2010

Asesores turísticos pero … también turistas. ¿Por qué conocer por donde nos andamos?

Nos pasamos la vida viajando, realizando estudios, conociendo territorios, elaborando diagnósticos turísticos de ciudades, comarcas, Comunidades Autónomas, formando gente… Y siempre con la prisa como compañera de viaje; porque en este mundo de locos, lo que  premia es tener para ayer  lo que necesitaría ser hecho hoy (sobre todo si se apuesta por las cosas bien hechas). Nuestra particular vorágine de viajes nos lleva a tener que estar presentes en tantos y tan diferentes rincones de la geografía, que a veces olvidamos dónde estamos durmiendo.

Pero esto no desvirtúa nuestro camino, y seguimos fieles a nuestro compromiso de conocer los territorios que pisamos, de saber por dónde nos andamos, porque  nuestro compromiso es con la calidad, con seguir disfrutando de nuestro trabajo y de ser los artesanos de la consultoría turística que queremos ser. Además, es necesario conocer por donde nos andamos porque no hay dos destinos iguales, ni siquiera parecidos; son tantos los factores que influyen en el desarrollo turístico de un territorio, como las diferencias que encontramos entre unos y otros.

Por esta razón, aunque nos pidan un imposible, nosotros seguimos queriendo conocer el territorio, pasando por él como un turista más, disfrutando con sus recursos, con el contacto de sus gentes, viviendo todas las experiencias que nos ofrece y descubriendo toda la información  para disponer de una visión mucho más real y cercana del destino, y que nos permita extraer conclusiones más acertadas del mismo.

Nos convertimos, de esta forma, en “clientes misteriosos” todoterreno para valorar aspectos como las oficinas de información turística, su servicio tal y como se le ofrece al turista, la labor de “venta del territorio”, la información ofrecida, sus instalaciones,  los recursos puestos en valor, el trato de sus empleados; el pasear por los pueblos y ciudades,  el recorrido por su patrimonio, su señalización turística, su sistema de recogida de basuras, su alumbrado público;  la calidad de vida de sus gentes, la sensibilidad turística de los habitantes;  sin dejar de dormir y comer en sus establecimientos para valorar la calidad del servicio,  de disfrutar de unos vinos o unas cañas en una terraza, o de un paisaje, o de otros mil factores difíciles de enumerar en este post y que forman parte de la compleja estructura turística de un destino (o sencilla, si la bajamos al suelo) .

Con todos estos elementos analizados, además de obtener una visión mucho más profunda de cada destino, nos aseguramos de saber qué terreno pisamos, de conocer por dónde nos andamos, y de ser capaces de adecuarnos mucho más a la realidad del destino y de sus gentes, proporcionando recomendaciones mucho más acertadas, como los buenos artesanos de la consultoría turística que queremos ser, tratando cada trabajo como único e irrepetible.

¿No os parece que es vital para poder trabajar en un territorio?

13 septiembre, 2010

Asesores turísticos pero … también turistas. ¿Por qué conocer por donde nos andamos?

Nos pasamos la vida viajando, realizando estudios, conociendo territorios, elaborando diagnósticos turísticos de ciudades, comarcas, Comunidades Autónomas, formando gente… Y siempre con la prisa como compañera de viaje; porque en este mundo de locos, lo que  premia es tener para ayer  lo que necesitaría ser hecho hoy (sobre todo si se apuesta por las cosas bien hechas). Nuestra particular vorágine de viajes nos lleva a tener que estar presentes en tantos y tan diferentes rincones de la geografía, que a veces olvidamos dónde estamos durmiendo.

Pero esto no desvirtúa nuestro camino, y seguimos fieles a nuestro compromiso de conocer los territorios que pisamos, de saber por dónde nos andamos, porque  nuestro compromiso es con la calidad, con seguir disfrutando de nuestro trabajo y de ser los artesanos de la consultoría turística que queremos ser. Además, es necesario conocer por donde nos andamos porque no hay dos destinos iguales, ni siquiera parecidos; son tantos los factores que influyen en el desarrollo turístico de un territorio, como las diferencias que encontramos entre unos y otros.

Por esta razón, aunque nos pidan un imposible, nosotros seguimos queriendo conocer el territorio, pasando por él como un turista más, disfrutando con sus recursos, con el contacto de sus gentes, viviendo todas las experiencias que nos ofrece y descubriendo toda la información  para disponer de una visión mucho más real y cercana del destino, y que nos permita extraer conclusiones más acertadas del mismo.

Nos convertimos, de esta forma, en “clientes misteriosos” todoterreno para valorar aspectos como las oficinas de información turística, su servicio tal y como se le ofrece al turista, la labor de “venta del territorio”, la información ofrecida, sus instalaciones,  los recursos puestos en valor, el trato de sus empleados; el pasear por los pueblos y ciudades,  el recorrido por su patrimonio, su señalización turística, su sistema de recogida de basuras, su alumbrado público;  la calidad de vida de sus gentes, la sensibilidad turística de los habitantes;  sin dejar de dormir y comer en sus establecimientos para valorar la calidad del servicio,  de disfrutar de unos vinos o unas cañas en una terraza, o de un paisaje, o de otros mil factores difíciles de enumerar en este post y que forman parte de la compleja estructura turística de un destino (o sencilla, si la bajamos al suelo) .

Con todos estos elementos analizados, además de obtener una visión mucho más profunda de cada destino, nos aseguramos de saber qué terreno pisamos, de conocer por dónde nos andamos, y de ser capaces de adecuarnos mucho más a la realidad del destino y de sus gentes, proporcionando recomendaciones mucho más acertadas, como los buenos artesanos de la consultoría turística que queremos ser, tratando cada trabajo como único e irrepetible.

¿No os parece que es vital para poder trabajar en un territorio?