La gastronomía es un recurso extraordinario que puede y debe utilizarse a nivel turístico por la mayoría de los destinos turísticos españoles. Un país como el nuestro, con una extraordinaria riqueza pesquera y agroalimentaria, con numerosas denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas, con unos paisajes espectaculares, una gastronomía con identidad propia, tradiciones, fiestas y eventos por doquier, cocineros de primer nivel y un largo etcétera de recursos, no sólo debe poner a disposición del turismo estos factores, sino que debe intentar sacarles todo el jugo, siempre desde una perspectiva turística de desarrollo sostenible.
Resulta increíble comprobar cómo formando estos recursos parte de nuestra cultura, habiendo convivido con ellos en la mesa o en la barra, como es el caso de algo tan español y singular como son las tapas o los pinchos, hayamos tardado tanto en decidir en poner en valor turístico la gastronomía. Nunca es tarde y además la dicha es sabrosa.
Tras haber trabajado en el desarrollo de productos turísticos gastronómicos en varias Comunidades Autónomas y en diversas comarcas y municipios, en unos casos con el propósito de atraer un mayor número de turistas con una motivación gastronómica y, en otros, con la intención de mejorar la experiencia gastronómica, os damos algunas claves que desde nuestro punto de vista son fundamentales en el desarrollo del producto turístico gastronómico.
1. Desarrollar el producto desde el origen hasta la mesa, implicando a representantes del sector primario (productores, …) , secundario (industrias visitables, bodegas, …) y terciario (restaurantes, bares, comercios, alojamientos especializados, …). De esta forma el producto turístico será capaz de satisfacer al turista más exigente, aquél que viene con una motivación de descubrir toda la cultura gastonómica de nuestro territorio, más allá de simplemente satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
2. Fomentar la colaboración público-privada entre todas las instituciones y agentes implicados en el producto (Instituciones Públicas, Consejos Reguladores, Asociaciones, …)
3. Propiciar la cooperación y el trabajo en red de todos los agentes del territorio. No cabe otra opción. Todos a una para posicionar el destino en el mapa turístico.
4. Apostar por los productos locales, con una filosofía slow food o Km 0. Si no apoyamos nuestros productos locales y nuestros vinos, nadie lo hará por nosotros. Hemos de creer en nuestras propias posibilidades. Y además el turista valora lo característico de cada lugar.
5. Potenciar nuestra gastronomía, la que nos confiere identidad y singularidad, buscando si es preciso en el baúl de los recuerdos.
6. Fomentar la innovación en todos los agentes para no convertirnos en un poco más de lo mismo.
7. Generar nuevas actividades y experiencias relacionadas con la gastronomía. Paseos gastronómicos, visitas a productores, compras en el mercado, talleres de cocina, degustaciones y catas de productos locales, y asi hasta mil propuestas singulares.
8. Organizar eventos y actividades singulares que contribuyan a atraer turistas al territorio. Pero no sólo se trata de organizar eventos, sino más bien de aprovechar éstos para posicionar una oferta permanente.
Crear un buen producto está en nuestra mano. No sólo se trata de crear una marca y promocionarla. Corremos el riesgo de generar unas expectativas en el cliente que no se verán satisfechas. El turismo gastronómico nos ayuda a poner en valor los recursos, a favorecer el comercio de los productos locales, generando una economía complementaria y a potenciar nuestra cultura y el territorio, pero lo más interesante es que, además, es capaz de atraer a un turista que permanece más tiempo en el destino, motivado por las múltiples actividades que realiza en él y que gasta hasta un 30% más que un turista convencional.
La gastronomía es un recurso extraordinario que puede y debe utilizarse a nivel turístico por la mayoría de los destinos turísticos españoles. Un país como el nuestro, con una extraordinaria riqueza pesquera y agroalimentaria, con numerosas denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas, con unos paisajes espectaculares, una gastronomía con identidad propia, tradiciones, fiestas y eventos por doquier, cocineros de primer nivel y un largo etcétera de recursos, no sólo debe poner a disposición del turismo estos factores, sino que debe intentar sacarles todo el jugo, siempre desde una perspectiva turística de desarrollo sostenible.
Resulta increíble comprobar cómo formando estos recursos parte de nuestra cultura, habiendo convivido con ellos en la mesa o en la barra, como es el caso de algo tan español y singular como son las tapas o los pinchos, hayamos tardado tanto en decidir en poner en valor turístico la gastronomía. Nunca es tarde y además la dicha es sabrosa.
Tras haber trabajado en el desarrollo de productos turísticos gastronómicos en varias Comunidades Autónomas y en diversas comarcas y municipios, en unos casos con el propósito de atraer un mayor número de turistas con una motivación gastronómica y, en otros, con la intención de mejorar la experiencia gastronómica, os damos algunas claves que desde nuestro punto de vista son fundamentales en el desarrollo del producto turístico gastronómico.
1. Desarrollar el producto desde el origen hasta la mesa, implicando a representantes del sector primario (productores, …) , secundario (industrias visitables, bodegas, …) y terciario (restaurantes, bares, comercios, alojamientos especializados, …). De esta forma el producto turístico será capaz de satisfacer al turista más exigente, aquél que viene con una motivación de descubrir toda la cultura gastonómica de nuestro territorio, más allá de simplemente satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
2. Fomentar la colaboración público-privada entre todas las instituciones y agentes implicados en el producto (Instituciones Públicas, Consejos Reguladores, Asociaciones, …)
3. Propiciar la cooperación y el trabajo en red de todos los agentes del territorio. No cabe otra opción. Todos a una para posicionar el destino en el mapa turístico.
4. Apostar por los productos locales, con una filosofía slow food o Km 0. Si no apoyamos nuestros productos locales y nuestros vinos, nadie lo hará por nosotros. Hemos de creer en nuestras propias posibilidades. Y además el turista valora lo característico de cada lugar.
5. Potenciar nuestra gastronomía, la que nos confiere identidad y singularidad, buscando si es preciso en el baúl de los recuerdos.
6. Fomentar la innovación en todos los agentes para no convertirnos en un poco más de lo mismo.
7. Generar nuevas actividades y experiencias relacionadas con la gastronomía. Paseos gastronómicos, visitas a productores, compras en el mercado, talleres de cocina, degustaciones y catas de productos locales, y asi hasta mil propuestas singulares.
8. Organizar eventos y actividades singulares que contribuyan a atraer turistas al territorio. Pero no sólo se trata de organizar eventos, sino más bien de aprovechar éstos para posicionar una oferta permanente.
Crear un buen producto está en nuestra mano. No sólo se trata de crear una marca y promocionarla. Corremos el riesgo de generar unas expectativas en el cliente que no se verán satisfechas. El turismo gastronómico nos ayuda a poner en valor los recursos, a favorecer el comercio de los productos locales, generando una economía complementaria y a potenciar nuestra cultura y el territorio, pero lo más interesante es que, además, es capaz de atraer a un turista que permanece más tiempo en el destino, motivado por las múltiples actividades que realiza en él y que gasta hasta un 30% más que un turista convencional.