11 enero, 2010

Cabalgata de Reyes de Alcoy: Una experiencia inolvidable

Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de la Cabalgata de Reyes de Alcoy. Se celebra desde 1885 y dicen que es la más antigua de España. Pero lo verdaderamente singular es que se trata de una experiencia en toda regla, para mayores y pequeño. Para estos últimos, porque es la mejor puesta en escena que se puede vivir de una festividad tradicional y para los mayores, porque alucinan al ver las caras de sorpresa, como conversan con los pajes negritos y cómo viven tan fascinante evento los pequeñines.

Desde luego, que este municipio dispone de un recurso verdaderamente singular para sacar un gran partido turístico, un producto temporal pero que a buen seguro invita a todos a volver  a una ciudad que tiene mucho que mostrar durante todo el año.

La cabalgata empieza ya el domingo anterior al 6 de enero, día de la fiesta de Reyes:  los niños, vestidos de pastores, desfilan con sus rebaños para obsequiar al Niño Jesús recién nacido: es la cabalgata infantil de “les Pastoretes”. Empieza la magia. A partir de entonces la ilusión crece por momentos hasta el 4 de enero, cuando el emisario real anuncia la inminente llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a través de un bando que lee por toda la ciudad. Va acompañado de “les Burretes”, unos pequeños burros que portan los buzones donde los niños echan sus cartas a los Reyes Magos. Los pequeños entregan sus escritos cargados de ilusión. Y por fin, al anochecer del día siguiente, el 5 de enero, se produce el gran momento: los Reyes Magos hacen su espectacular entrada en Alcoy montados en camellos y cargados de regalos. Recorren las calles de la ciudad, siguiendo a los “antorcheros” que les iluminan el camino, mientras el ambiente se llena de música navideña. Lo más increíble es que los pajes reales (“les negres”) entregan sus regalos a los niños utilizando escaleras de madera para subir a los balcones y ventanas de las casas menos altas de las principales calles de la ciudad. Cuando se espera la subida de “les negres” al balcón cargados de regalos, todos volvemos a sentirnos niños. Esta es la magia de esta noche tan singular.

Manuel Romero

11 enero, 2010

Cabalgata de Reyes de Alcoy: Una experiencia inolvidable

Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de la Cabalgata de Reyes de Alcoy. Se celebra desde 1885 y dicen que es la más antigua de España. Pero lo verdaderamente singular es que se trata de una experiencia en toda regla, para mayores y pequeño. Para estos últimos, porque es la mejor puesta en escena que se puede vivir de una festividad tradicional y para los mayores, porque alucinan al ver las caras de sorpresa, como conversan con los pajes negritos y cómo viven tan fascinante evento los pequeñines.

Desde luego, que este municipio dispone de un recurso verdaderamente singular para sacar un gran partido turístico, un producto temporal pero que a buen seguro invita a todos a volver  a una ciudad que tiene mucho que mostrar durante todo el año.

La cabalgata empieza ya el domingo anterior al 6 de enero, día de la fiesta de Reyes:  los niños, vestidos de pastores, desfilan con sus rebaños para obsequiar al Niño Jesús recién nacido: es la cabalgata infantil de “les Pastoretes”. Empieza la magia. A partir de entonces la ilusión crece por momentos hasta el 4 de enero, cuando el emisario real anuncia la inminente llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar a través de un bando que lee por toda la ciudad. Va acompañado de “les Burretes”, unos pequeños burros que portan los buzones donde los niños echan sus cartas a los Reyes Magos. Los pequeños entregan sus escritos cargados de ilusión. Y por fin, al anochecer del día siguiente, el 5 de enero, se produce el gran momento: los Reyes Magos hacen su espectacular entrada en Alcoy montados en camellos y cargados de regalos. Recorren las calles de la ciudad, siguiendo a los “antorcheros” que les iluminan el camino, mientras el ambiente se llena de música navideña. Lo más increíble es que los pajes reales (“les negres”) entregan sus regalos a los niños utilizando escaleras de madera para subir a los balcones y ventanas de las casas menos altas de las principales calles de la ciudad. Cuando se espera la subida de “les negres” al balcón cargados de regalos, todos volvemos a sentirnos niños. Esta es la magia de esta noche tan singular.

Manuel Romero